“Niños de la calle” es un termino general que se aplica a la niñez en alto riesgo de las áreas urbanas. No todos son abandonados, y no todos viven en la calle. UNICEF distingue entre dos grupos de niños según la situación de sus familias. La mayoría (aproximadamente el 75%) mantiene sus vínculos familiares, y aunque pasan mucho tiempo lejos de ellos, sienten que tienen un hogar. Las niñas y niños “de” la calle (aproximadamente el 25%) están sin hogar y tienen los vínculos familiares rotos debido a la inestabilidad o la desestructuracion en sus familias de pertenencia. En algunos casos han sido abandonados por estos y en otros casos ellos mismos deciden irse.
Comen, duermen, trabajan, hacen amistades, juegan en la calle y no tiene otra alternativa que luchar solo por sus vidas.
Muchas veces vemos chicos en la calle pidiendo limosnas o buscando restos de comida en la basura y realmente nos da mucha pena. Quizás podríamos hacer algo por ellos o quizás no, pero en este trabajo se refleja todo lo que nos interesa y conmueve en este flagelo.
Minuto a minuto, están expuestos a factores como el rechazo de la comunidad, la mendicidad, la explotación sexual, el rebusque de comida o dinero y el consumo de sustancias psicoactivas, además del asesinato.
Según los trabajadores sociales del programa de ayuda a la niñez ‘Dignificándonos’, los menores terminan viviendo o pasando la mayoría del tiempo en las calles.
La mayoría han dejado definitivamente a su familia, o han sido expulsados, los niños hacen suya la calle para vivir.
Encontrar un lugar para dormir, protegido del viento, de la lluvia o del frío es una de las primeras dificultades.
“Yo he conocido varios sectores donde dormir; por decirte desde que he empezado a dormir en la calle ha sido en una canchita; también en el Cementerio había un lugar”.
En la medida que esos “rincones” son raros y cotizados, los chicos prefieren dormir en grupos: “antes éramos como 3 o 4 grupos, de 6 o 8, y nos dividíamos atrás de los lugares donde los rincones nos cubren del frío”.
Durante el día, la búsqueda de colchones, de cartones y de plásticos puede tomar mucho tiempo. Para esto, los chicos tienen sus “proveedores”: “(…) nos sabemos ir a buscar a la (calle) Huyustus donde venden ropa; allí llegan cajones de ropa; botan cartones en la noche; nos sabemos ir a recoger todo eso y de pura suerte nos sabemos alzar colchones de paja botados y subiendo eso sabemos cargarnos (…)”
Para lavarse o lavar su ropa, los niños tienen ante todo la solidaridad de los vecinos de la calle y los comerciantes: “cuando ya estamos muy sucios, hay gente que nos conocen, como los obreros del cementerio; hay tantas piletas de agua y les rogamos: ¿podemos entrar?... Nos dejan pasar, entramos a lavar nuestra ropa; hay ratos que ahí mismo vienen personas que nos regalan pantalones, chompas”.
Ocurre lo mismo con el uso de los baños. La suerte de estar en ala calle, dice unos de los chicos, es conocer suficientes personas que al fin toleran su presencia a cambio de pequeños servicios, como limpiar sus calzados gratuitamente
Para alimentarse en la calle, la fórmula más frecuente es organizar un kállu, término que designa al mismo tiempo “hacer una colecta” y el plato que permite preparar (una ensalada a base de cebolla, de tomates y de sardinas acompañada de pan). Asimismo, cuando los chicos han logrado ahorrar un poco de dinero, se forman pequeños grupos en los cuales cada individuo aporta una cantidad idéntica al tronco común para la compra de diferentes ingredientes. Los contribuyentes cocinan juntos su plato favorito : “(…) más antes hemos iniciado el kállu; era recoger a cada uno 1 peso; compramos sardina, 2 pesos de pan, compramos cebolla, tomate. Así nosotros a 1 peso se hace diez; la sardina vale 3,5, el pan 2 pesos y así no…Ese tipo de convivencia que hemos tenido en grupo (…)”
Este tipo de fórmula depende del dinero que los chicos han podido reunir durante el día y de lo que les queda después de haber comprado alcohol y droga. Algunos gastan la totalidad de lo poco que han ganado en la bebida. Para ellos, alimentarse es particularmente aleatorio : “(…) por ejemplo, cuando ya está seguido a tomar, beber, o sea ya no se preocupa más en comer; se preocupa ya para tener para su trago o su alcohol se puede decir, te olvidas de ti mismo (…)”
Para los que no han podido reunir suficiente dinero, la alimentación depende de la generosidad de los vecinos de la calle : “primero empezamos a tomar en la calle; nos dormimos y luego amanecemos en la calle y una vez trabajando en la mañana, depende si dormimos en la calle a las 4, 5 o 6, ya estamos trabajando, lustrando y, después de eso, lo normal comemos té o cafecito. De las 8 hasta las 10 o 11, comemos un platito extra, una sopita de 1 peso que nos vienen a ofrecer unas señoras. Hay veces cuando no empezamos a lustrar, sólo vagueamos, no hacemos nada, nos quedamos sin comer”
En el cementerio, a veces pueden contar con la ayuda de algunas personas: “hay ratos que un señor sabe aparecerse: vayan a comprar pan, nos dice; el compra, no nos da la plata. Había una hermanita, o sea una señora de pollera, que venía, nos daba un sándwich o nos traía algo cocinado, nos conocía también ”
Pero la voluntad de alimentarse depende también del estado de los chicos que han bebido durante la noche: “uno se despierta en la mañana y no piensa en tomar el desayuno; directamente va como nosotros decimos a marcar (tomar); cuando tomas no te llega hambre. Hay ratos que nos pasamos de tomar, se te olvida comer y apareces a las 3 de la tarde; a esa hora te levantas; ya te olvidas del almuerzo”.
En la Ciudad de Buenos Aires, hay chicos que están en situación plena de calle, otros que trabajan durante todo el día y vuelven a sus casas por la noche, otros van dos o tres días a la ciudad a pedir monedas o hacer malabares y vuelven a sus casas, y existe una población de chicos cartoneros que acompañan a sus padres y pasan todo el día recolectando material de reciclado.
"Hay chicos que están en la calle medio día, después van a la escuela y vuelven a sus casas. Casi todos empiezan en esa situación, por eso la escuela es un lugar expulsivo: van dejando de a poco la escuela, la familia y terminan en la calle completamente. Los chicos en la calle son una población migrante, diaria o temporaria, y desde ese concepto hay que trabajar desde el Estado o las ONG's, para estar en el lugar de llegada de los que emigran y en el lugar de emisión de esa población migrante", grafica Ana Chávez, operadora de calle de Okupakalles, del Servicio de Paz y Justicia.
Recorrer Buenos Aires, nos traslada a los tiempos en que los antiguos habitantes circulaban en caballos y carruajes, es fácil encontrar a un pequeño pidiendo dinero o comida. Al caer la noche algunos se reúnen para encontrar una calle donde protegerse de las primeras heladas del otoño.
Juan, de 15 años, cuenta que todos los días duerme desde hace semanas en una casa abandonada en el barrio de Villa Urquiza. Su rutina diaria discurre en deambular por la capital argentina arrastrando un carro junto a su amigo Ignacio en busca de cartones para vender. Por la noche regresan y junto a pequeñas sombras en silencio entran por un hueco en la entrada del edificio. Los olores nauseabundos del interior se mezclan con el hedor de la basura del exterior que no ha sido recogida. Se reúnen en un patio, donde conversan e intercambian travesuras típicas de críos.
Son cuatro niños de entre 12 y 16 años. Martín, el mayor, de cuerpo enclenque y mirada errátil, se tapa con cartones sucios para protegerse del frío. A su lado Mariano, de 13, no quiere hablar. Mauricio, de 12 es el más pequeño pero muy maduro para su corta edad. "Hace mucho frío", dice rompiendo el silencio, mientras comienzan a juntar bolsas y pegamento, que usarán para drogarse y olvidarse del plato de comida que no tienen.
En el exterior algunos vecinos conversan ante la escasa luminosidad que vierten las lámparas, sin percatarse de lo que sucede en el inmueble. Martín sufre. "Se van a drogar", cuenta resignado.
Chicos y chicas que engrosan penosas estadísticas. Los vemos a diario vendiendo estampitas en el subte; pugnando por limpiar el parabrisas de un auto en una esquina, hurgando en la basura de la calle Florida, mendigando en la boletería de una estación de tren, o simplemente en la calle, con la actitud esquiva de quien se roza con la ilegalidad. En una sociedad saturada de maltratos, el libro Otra mirada demuestra que la indiferencia y la impotencia no siempre ganan. Existe un puñado de personas que trabaja para dar contención y un espacio donde alimentarse, asearse, buscar solución a eventuales problemas legales, estudiar, jugar, y en lo posible, encontrar el camino de regreso a la vida familiar, en un sitio más digno que la calle. Son los funcionarios y voluntarios de C.A.I.N.A, Centro de Atención Integral de la Niñez y Adolescencia, repartición estatal del gobierno porteño creada en 1992, para enfrentar el problema que se hizo carne en América latina y se recrudeció en nuestro país hacia finales de los 80. Los rige la premisa de que un menor es un ser pleno de derechos, y el Estado y la sociedad, los responsables de que esos derechos no se limiten a una declaración universal.
También La Alcaldía de Bucaramanga tiene diseñado, dentro de sus programas de atención a la niñez desprotegida, un programa de asistencia a los menores de la calle, el cual es coordinado por la Secretaría de Desarrollo Social, en conjunto con entidades como el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, Icbf.
“No se trata de demostrarles lástima y darles una limosna, sino de hacerles cambiar su forma de pensar y enseñarles que ellos tienen habilidades y pueden salir adelante. ¡Qué empiecen a creer en sí mismos!”, explicó la trabajadora social, Marcela Hurtado.
La idea consiste en proporcionarles a los menores una vida con mejor sentido. La propuesta consta de la realización de una escuela de arte en la cual los pequeños podrán escoger entre las áreas de música, pintura, artesanía, teatro y audiovisuales, para desempeñarse.
Existen instituciones no gubernamentales que ayudan a los chicos de la calle a insertarse en el área informática:
“Tengo la suerte de tener el telecentro y estoy aprendiendo a scanear fotos, tomar fotos, diagramar e imprimir nuestro boletín de los Niños de la Calle en la impresora del telecentro. Es la primera vez que tengo esta oportunidad y veo que podemos ofrecer estos servicios en algunos lugares de la ciudad. El telecentro me ha dado la oportunidad de trabajar en algo que me gusta bastante: la computadora y diseño gráfico y también a scanear las fotos de mi amigo. Ahora estamos aprendiendo a poner en el web y también a realizar tarjetas con nuestras fotos. Es lindísimo!"
Oscar, 15 años
"Desde que uso el telecentro estoy hablando con Miguel, de Concepción, Chile, por medio del chat. Hablar por una computadora es como una gran aventura. Yo siempre pensé que sólo se podía hablar por teléfono, aunque nunca pude hacerlo. Miguel de Chile se convirtió en mi amigo y me está ayudando a descubrir un mundo de cosas que nunca supe que había".
María, 13 años
"Jugar en la computadora es algo que me gusta tanto. Ahora quisiera estudiar computación y hacer mis propios programas y juegos. El telecentro me ha ayudado mucho y sobre todo estoy en contacto con algunos amigos en Nueva York (Roberto y Hernán). No los conozco, sólo a través de la Internet, ellos son ecuatorianos. Antes nos había nada de computación y ahora sólo pienso en pasar todo el día aquí".
Juan, 10 años
"Karin (Chasquinet) me ha mostrado cómo escuchar música en la Internet. La conexión a veces falla, así que se me ha ocurrido usar los sitios como AMARC donde ponen música y yo los puedo grabar en un CD. Ella me ha dicho que es posible hacer esto, estoy esperando el día que nos traigan el CD burner y hacer mis propios discos de música. Me gustaría también enviar música de Esmeraldas. Si logro hacer mis propios CD, los voy a dar a las radios locales ya que siempre repiten la misma música. Karin nos prometió venir el próximo mes y enseñarme cómo hacer esto".
Pedro, 15 años
"A mí me parece muy chévere el telecentro porque por él podemos ir a la Internet y en la Internet pude conocer países extraños, intercambiar ideas, conocer más de la geografía, la flora y la fauna; y además enriquece nuestro conocimiento".
Karina, 11 años
"Los niños con los que trabajamos vienen de familias muy pobres... y su acceso a la educación es bastante limitado. La Internet les va a ayudar como una gran biblioteca, un gran medio para mejorar su educación".
En búsqueda de una mejoría en la situación de los chicos se proclama en 1959 la declaración Universal de los Derechos del niño que consistía en 10 derechos y establece entre otras cosas:
Igualdad: todos los derechos rigen para los niños de toda raza y religión.
Protección: para un buen desarrollo físico, mental, moral, espiritual y social. Establece el artículo nueve que además deben ser protegidos del abandono y la explotación laboral.
Nombre y nacionalidad: todo niño tiene derecho a poseer una identidad.
Alimentación, vivienda y atención medica: Tendrá derecho a crecer y desarrollarse en buena salud, a disfrutar de alimentación, vivienda, recreo y servicios médicos adecuados.
Niños especiales: tienen derecho de disfrutar una vida plena y decente.
Comprensión y amor de los padres y de la sociedad: todo niño necesita amor y contención para no vivir con violencia y discriminación hacia los demás.
Educación y juegos: todos tienen derecho a una buena educación y de poder disfrutar de juegos, para desarrollarse intelectual y físicamente.
Ayuda: en caso de desastres deben ser los niños los primeros en recibir ayuda.
Solidaridad, amistad y justicia: para un mejor desarrollo social, psicológico y moral se les debe inculcar estos principios a todos los niños.
TRABAJO INFANTIL
Una de las problemáticas históricas no resueltas, a pesar del desarrollo de las sociedades que se han ido experimentando hasta el presente, son las condiciones de marginalidad laboral del trabajo de menores, entendido como aquel que se lleva a cabo en la precariedad, tanto en lo relativo del concepto ilegal como su contenido.
Trabajo infantil es el realizado por chicos menores de 14 años (edad mínima requerida por la legislación argentina para incorporarse a un empleo) en actividades visibles, invisibles y también ocultas, que constituyen un sustento logrado para si mismos o para el grupo familiar al que pertenecen. Según información brindada por el Consejo Provincial del Menor, casi la mitad de los niños que trabajan lo hacen a tiempo completo y, la mayoría de las veces, en medios altamente inadecuados.
¿Por qué existe el trabajo infantil? Al caminar por distintas ciudades del mundo se puede observar con frecuencia niños vendiendo stickers, estampitas, tarjetitas, CDs, pósters, agujas e hilos, diarios, pidiendo monedas, haciendo malabares, limpiando parabrisas, recolectando cartones, cuidando autos en un estacionamiento, y otras actividades. Muchos afirman que esto se debe a que los padres los mandan a trabajar y los abandonan haciendo que tengan que subsistir por sus propios medios. Sin embargo no siempre es así, a veces los mismos niños deciden irse de sus casas para escapar a situaciones de violencia.
Como por ejemplo Jonathan, un niño de 6 años que vende stickers en la peatonal y, según dice trabaja con su hermana. Mientras el trabajaba, sus padres estaban en la casa. Por otro lado, Luís López, de 20 años recuerda en una nota hecha para la revista Barriletes, que comenzó a trabajar a los 10 años de albañil al mismo tiempo que cuidaba y lavaba autos en calle España. “En ese tiempo (1997) vivía en la calle, mis padres se habían separado y me rayé y me fui de mi casa. Estuve como dos o tres años durmiendo donde sea, andaba solo, hasta que un día me llevaron a la Casa Hogar (“La Casita”). Ahí, la verdad, cambio mi vida, me sentí bien, me brindaron todo. Empecé la escuela, iba a las colonias. Antes de eso, yo había andado en la joda porque en la calle te cruzas con todo. Fue en el Hogar que me ofrecieron vender la revista y me gustó, porque después la gente me la siguió pidiendo”.
En síntesis no todos son niños “de” la calle, la mayoria tienen familia, aunque algunas veces son ellos los que deben llevar la comida para sus hermanos y padres, ya que estos no lo hacen. La mayor parte de los chicos en situación de calle huyeron de sus hogares por el maltrato de sus padres; para olvidarse del plato de comida que muchas veces no tienen beben alcohol o se drogan.
Me da mucha pena que para olvidarse del almuerzo o la cena se droguen, creo que lo hacen porque están desanimados y odian la vida que les toco. Por suerte hay varias instituciones que los ayudan a salir de esa miseria y maltrato hacia ellos mismos, gracias a estas algunos lo hacen y encuentran un sentido para vivir.
BIBLIOGRAFIA:
http://www.elpais.com/yoperiodista/articulo/Periodista/Espana_Madrid/indigencia/ninos/Argentina/ninos/calle/Argentina/elpepuyop/20070511elpyop_1/Tes
http://www.ninosdepapel.org/espanol/article.php?sid=399
http://www.chasquinet.org/ninosdelacalle/espanol/testimo.html
http://www.chicosdelacalle.org/links.html
http://www.bueblog.com.ar/bueblog/?p=153
http://labronca.blogspot.com/2007/12/los-chicos-de-la-calle-4ta-entrega.html
martes, 20 de mayo de 2008
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4 comentarios:
Has trabajado muy bien.Me llevará buen tiempo hacer el análisis de cada trabajo. Espérenme un poco...
que increible
http://www.nobelprizeblog.com/
por favor necesito tu voto..
entra y al costado dice:los chicos de la calle-argentina..
VOTAME XFAAA
besos!!
Eii carinchoo :)
jajaja,,
Yo siempre estoy conectada ¬¬
y ayer me hablaste y yo te hable ^^
pero despues no me respondiste mas ¬¬ y yo no te volvi a hablar ^^
asi que... xD
jaja...
te quiero ei (?
ahrre, xD
besittos :)
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